Venga, hoy voy a dar la barrila.
Hoy escuchando la radio entrevistaban a un yanqui chalado que me hizo gracia y busqué el documental que mencionaban en el programa (Carne Cruda de Radio3) para ver de qué iba la cosa. El documental en cuestión me hizo más gracia todavía, no todos los días se ve a un fulano rubio con tupé montado en un bus con su coro de gospel haciendo una gira por EEUU en plena Navidad, tratando de convencer a sus compatriotas de que dejen de consumir. El tipo se llama Reverend Billy y ha fundado una iglesia que se llama «The Church of Stop Shopping» (La iglesia de parar de comprar) Solo con leer el nombre ya te partes.

A mayores de ver cosas tan hilarantes como al tal Billy exorcizando un Wal Mart o pidiendo perdón a dios entre lágrimas en una gasolinera por estar consumiendo, el documental está bien por la reflexión acerca del consumismo exacerbado en el que estamos inmersos.Es cierto que no profundiza demasiado, pero pensad que está dirigido a americanos, los mismos que no construyen aceras en sus ciudades porque total, no pisan la calle. Y no es que nosostros estemos libres de pecado. Aquí os habla una consumista de pro, consumista pero hasta las trancas que se «está quitando».
No pretendo presumir ahora de nada, pero en el último año me he ido sensibilizando hacia cosas que antes sabía, como todos, pero que no me importaban. Y ahora sí. Por ejemplo, ahora sé, y me importa, que este bolso que me compro es tan barato porque un niño indio trabaja tropecientas horas a la semana y es castigado físicamente si no cumple los plazos marcados, aún por encima a cambio de un sueldo miserable. Igual que tenemos claro que nadie da nada gratis, también deberíamos ser conscientes de que el dinero que no pagamos por eso que compramos, no nos lo están regalando, se lo han cobrado a otro en carnes, como quien dice, y al planeta (usease a nosotros mismos) ¿Y ahora qué? Me rasgo las vestiduras, me pongo una bata roja y me uno al coro del reverendo Billy? Pos no, vivo en el mundo en el que vivo, pero también puedo hacer pequeñas esfuerzos, como tratar de no comprar cosas que no necesito (noooooooo, esta es la peor parte) y las que compro, que por lo menos, si puede ser, estén hechas aquí y el dinero que gasto se quede en mi comunidad o en mi país. Es decir, que a lo mejor me tengo que comprar unos vaqueros, pero en lugar de ir a una gran superficie voy a una tienda de mi ciudad y en lugar de comprar los chachisguay de moda mirar la etiqueta, si no puede ser para escoger unos hechos aquí, por lo menos para saber de dónde vienen.
Ya sé, qué guay soy, qué moderna y qué cool… no, tampoco es eso, pero por lo menos intento ir cambiando poquito a poquito. ¿Que es esa manía del crecimiento con la que tanto rallan en los medios? Yo creo que lo que hay que hacer es cambiar, no crecer. Cambiar los valores a los que rendimos culto.
El documental acaba con el final del tour, en Disneylandia. Desde luego el tío los tiene muy gordos:)

Ala, ya me callo. Pinchad en la imagen si os apetecen unas risas amargas 😉
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