Un mes me ha llevado tejer esta manta. Es la primera vez que me da pena que se termine un proyecto tan grande.
Llevo ya algún tiempo tratando de bajar stash y no hay manera. Es raro rarísimo que compre lana, pero entre que ya no tengo tiempo ni ganas de tejer como antes, y que me paso la vida deshaciendo lo tejido porque ya no me sirve… cada vez tengo más! Así que cogí toooodos esos ovillos que sobran de los proyectos, tooodos esos otros por los que han pasado los años sin encontrar destino y tooodos esos pobriños comprados en modo «rave lanera» que ya no me gustan… y los junté en esto 🙂
La verdad es que no puede gustarme más porque cuando la empecé no daba un duro por ella. Sabéis lo difícil que es combinar tropecientos colores de su padre y de su madre en un conjunto medianamente potable… ¿Que hice? Tirarlos todos en el suelo y buscar un orden entre tanta feria. Luego hice lo que me dio la gana, por supuesto, fui cambiando de idea sobre la marcha veinte veces, pero lo que se mantuvo constante fueron las agujas del 12 (que por cierto, se me rompieron nada más empezar la manta, las pegué con celo y así se quedaron… ¿opto al premio a macgiverismo del año por esto? 😉 ) y el feather and fan de toda la vida.
Es enoooorme y muy pesada, justo lo que necesitaba, una manta de esas para esperar la próxima glaciación :p
¿Que creéis que sentiríamos si un día fueramos devoradas por nuestro propio stash?
XD